Varios informes han descrito un patrón de grasa subcutánea y visceral anormal entre los pacientes sometidos a radioterapia corporal total, incluidos los supervivientes de cáncer infantil (leucemia, retinoblastoma) y los que recibieron trasplante de células madre hematopoyéticas [Adachi 2013, Wei 2015, Adachi 2017]. Dicha lipodistrofia se suma al alto riesgo de desarrollar endocrinopatías y trastornos metabólicos como complicaciones tardías después del trasplante de células madre hematopoyéticas. Debido a la baja masa magra de los pacientes, este síndrome se conoce como «lipodistrófico y sarcopénico» [Adachi 2013]. En estos pacientes, la lipoatrofia es notable en las regiones glúteas y las extremidades, mientras que la grasa se conserva en las mejillas, el cuello y el abdomen. Esto se asocia con una mayor deposición de grasa visceral, resistencia a la insulina e hipertrigliceridemia. Estas características se parecen a las de la LDPF.