Se han notificado reacciones anormales en la grasa subcutánea a medicamentos, principalmente inyección de insulina en pacientes con diabetes [Radermecker 2007]. La insulina inyectada puede causar lipohipertrofia (un desarrollo lipomatoso secundario al efecto lipogénico de la insulina) o lipoatrofia, que se considera un efecto secundario inmunológico adverso de la acción de la insulina [Peteiro-González 2011]. La lipoatrofia inducida por inyección de insulina ocurre típicamente en niños y pacientes diabéticos tipo 1 jóvenes (Fig. 23). La lipoatrofia se está volviendo progresivamente poco común con la disponibilidad de análogos de insulina más nuevos, mientras que la lipohipertrofia sigue siendo prevalente [Hussein 2007]. Además, se ha informado que el pegvisomant inyectado, un antagonista de la hormona del crecimiento que se usa para tratar la acromegalia, causa lipohipertrofia en la pared abdominal, en el sitio de las inyecciones, en algunos pacientes [Bonert, 2008]. Estas lipoatrofias primarias localizadas generalmente se resuelven espontáneamente y no se asocian con trastornos sistémicos. La educación de los pacientes sobre los sitios de inyección rotativa y el cambio del área de inyección parece ser la más beneficiosa para evitar la lipodistrofia local como consecuencia de las inyecciones de insulina o pegvisomant en los pacientes afectados.
La lipoatrofia subcutánea localizada también es un efecto adverso frecuente de la inyección repetida de corticosteroides intramusculares (Hamidou et al., 1991; Avilés- Izquierdo et al., 2006) y también se resuelve espontáneamente, aunque el tratamiento cosmético con ácido poli-L-láctico (Brodell y Marchese Johnson, 2014) o rellenos de ácido hialurónico [Di Gregorio, 2016] han sido reportados.